23 de agosto de 2008

Aquel día no lloró

Aquel día no lloró. Podía ser el último para ambos, y decidió no hacerlo. Quizás no quería hacerla sufrir, a lo mejor pensaba que así él no sufriría, por eso aquel día no lloró.

Pero aún la recuerda. Aún a veces por las noches desearía retroceder, volverse a levantar y ver que sigue ahí, que podrá verla al amanecer, que irá luego a sentarse junto a ella y que no la va a perder. Es entonces cuando se despierta de verdad, cuando llora en la almohada al comprobar, que lo empapan sus recuerdos en sudor, que persiste un día más aún su dolor.
Llora, ahora sí llora, por la mañana, y aún a veces por las tardes de sol, y recuerda que aquel día no lloró. Aquel día, en la noche de un temprano verano, el día en que en silencio, y sin lágrimas la abandonó. Le dijo adiós. Reprimió las lágrimas, sacó pecho y esperó, y se ahogaron dos palabras en su adiós, dos palabras que aún guarda, para ella, en su corazón. Dos palabras que en las noches, ahora se lo escapan, cuando se acuerda de ella, cuando falta su calor. Pues aún hoy la recuerda, aún recuerda aquel adiós, del día en que no lloró.

La lluvia

La otra tarde llovía mucho. Le gustaba la lluvia, siempre le había gustado. Pero nunca pensó que se pudiera hablar tan bien de aquellas pequeñas gotas de agua. Nunca hasta que leyó sus versos.
También hablaba de la lluvia. A ella también le encantaba; él pensaba que ambos eran raros, pero en su rareza eran iguales. Casi iguales.
Pero después de aquel día, cuando leyó lo que ella escribía sobre las inocentes gotas de agua celestial, nunca volvió a sentarse a su lado. Después de aquel día, en que llegó a soñar despierto que su discurso era sólo para él, ya no volvió a verla cada mañana. Después de aquella triste despedida en que reprimió sus lágrima, nada volvería a ser igual.
Pero la otra tarde llovía mucho, y como cada vez que ve llover, se acordó de ella.

17 de agosto de 2008

Sé que vendrán tiempos mejores

Sé que vendrán tiempos mejores, sé que vendrán
sé que no es mera ilusión, todo lo que he soñado
y que voy a pasear contigo de la mano
que correremos juntos y no nos detendrán.

Sabes que vendrán otros días, han de llegar.
Días de sol de primavera, noches de verano,
días en que ningún credo valga más que lo amado.
Sé que vendrán esos días, déjame soñar.

Y si tengo que esperar, sabes que esperaré,
me plantaré frente al viento, y le haré saber
que no me pienso rendir, que no me puede llevar

Y si tengo que luchar, no dudes que lo haré,
y viéndome en la batalla, tendrás que comprender
que mientras me queden fuerzas no te voy a olvidar.

15 de agosto de 2008

El dueño del amor


Noches de lunas desiertas
en que reparten cometas
e ilusión

Cargadas todas de estrellas
a las que pedir mil besos
y una flor

Luna amarilla de escarcha
tenue en el negro cielo
tímida, y con recelo
que con celos mira a la tierra
y a su amor

Verde prado de los montes
mirador para enamorados
sin calor

Donde van los aliados
y parejas que a escondidas
dan su amor

Mirando a la luna llena
lucero del firmamento,
y con tal detenimiento
pasarán la noche entera
sin pudor.

¿De quién es el sentimiento?
¿Quien es dueño del amor?
¿Acaso son ellos dos?
¿O es quizás el firmamento
que entre la Luna y el viento
es portador de ilusión?

Es la Luna, dijo el alba
la dueña de tal pasión
mientras la Luna lloraba
con rencor

Paso las noches enteras
dijo la Luna a un balcón
viendo en ti como se besan
esos dos
tengo mi envidia en la Tierra
y dicen que soy la dueña
del amor

pues sabed que no es el dueño
sino quien gana un beso
y por algo me intereso
que ese siempre fue mi sueño.

4 de agosto de 2008

Señales del desierto

Puedes huir del mundo, puedes buscar algo mejor
puedes decir no te quiero, decir no te querré.

Puedes, cuando te encuentre, gritar y echar a correr,
esconder tus sentimientos, fingir que no hay dolor.

Puedes negar para siempre la verdad y el amor,
decir "no te recuerdo" y alejarte del ayer,
coger todos mis recuerdos, echarlos a perder.
Incluso puedes odiarme, si te queda rencor.

Pero por mucho que intentes echarme al olvido
sabes que no olvidarás todo lo que te ofrecí,
y jamas podras negar lo unico que sí es cierto.

Porque aunque el tiempo pase, de tí aún soy cautivo,
porque aunque lo he intentado acabé por incumplir
las señales que hayé, de tráfico en el desierto.

Espina de rosal

Eres espina en mi rosal, eres erizo en el mar, ortiga en un barrizal que pica sin preguntar, eres el agua del mar que nunca habré de probar, camino sin final donde todo es comenzar.
Princesa de mis sueños, orgullo de sus dueños, me pica cual alacrán, me trata como a los perros. El fuego quema hasta al Sol, desde sus ojos pequeños y la codicia en su sien vuelve locos a los genios.