Agarrarte el brazo a diez mil metros y querer
que desaparezca el avión, que sólo quede
la nieve de cristal, la lluvia leve,
el cielo de París a nuestros pies.
Y volar, volver a soñar libre otra vez
cogerme de tu mano, que seas quien me lleve,
mirarte a los ojos cuando me eleve
paseando al lado de mis aviones de papel.
Si tu amor no es de verdad, si solo eres un sueño,
cállate, no digas nada, no hagas ruido,
prefiero pensar que estamos aún volando.
Prefiero seguir creyendo que soy el dueño
de este destino caótico y sin sentido;
no me despiertes, que quiero seguir soñando.
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