Siempre la calma llegará después
por fuerte que haya sido la tormenta.
Siempre la esperanza permanece viva
aún en el infierno, negro, de la guerra.
Y aún en el recuerdo del amor que terminó
aparece un nuevo sueño en la noche oscura;
sólo en los caminos embarrados del amor
surge un nuevo sol, emerge de la espesura.
Ven, camina entre el follaje,
acércate por los páramos de la ambigüedad.
Ven, corre a mis brazos que te esperan,
enséñame por fin un amor de verdad.
Construyamos juntos un nuevo lugar,
uno donde se termine tu tristeza, y mi soledad.
Ven, enséñame tus ojos,
observa los míos que te dicen con sinceridad:
Mírame, atraviesa esta pupila de cristal,
abre tus labios, dime... lo que sabes que quiero escuchar.
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