21 de abril de 2008

La oscuridad

Oscuras tinieblas, angosta escalera,
pasillo infinito de gélida piedra.
Y afuera, sonora tormenta,
bóveda sin estrellas que cubre
los sueños estrellados de jóvenes ilusos.

Criaturas de la noche, oscuros trasgos,
tenebrosa neblina que ciega mi alma,
que oprime mi cuerpo,
y centelleantes gotas
de agua que no moja.

El sol más incandescente no puede
derretir la nieve de los sueños de antaño,
quizá olvidados ya hace años.

La luz más cegadora no sabe
esclarecer el camino del déspota
que abandonó Ítaca hace tiempo.

Hadas, magos, brujas, chamanes,
fabricantes de pociones con negras intenciones,
difuntos, no muertos, desgraciados que quisieron
acabar con su tormento.

Deseos que se retuercen y se vuelven hechizos,
un muñeco con agujas que me resulta conocido,
y una vieja gitana que funcía
el ceño al ver mis manos.

Futuro incierto, pasado revuelto,
vientos de cambio para el presente
que vienen a llevarse recuerdos añejos.

Un mundo sin descifrar, un amor sin consumar,
una mirada que se fue volviendo gris,
y una poesía sin fin.

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