13 de diciembre de 2010

Yes, we kileaks



Humo


Era como el libro que te va dejando ciego,
pero cuya historia te resulta tan intrigante...
Era como ese lugar tan bello,
del que nunca nadie pudo volver.
Como el río que remonta la montaña
para verse nacer, aunque se quede seco.
Eran deseos de cosas imposibles
y ahora son humo.




Alégrate, que esto ya lo has escrito antes.

30 de agosto de 2010

Sólo yo, sólo nosotros



Existes. Sigues existiendo. Muy de vez en cuando tengo un amago de noticia tuya. A veces, incluso, te veo. Pero ya no me duele.
Ya no te busco al despertar después de haberte visto en algún sueño efímero. Ahora ya no soy yo, somos nosotros. Porque ella forma parte de mi vida.

Quizá tú ya no seas la misma. Los de entonces ya hemos muerto, y no reconocemos nuestras sombras.

Ahora mi vida es ella, y sé que soy yo quien le da significado a la suya. El único significado que puede tener sentido. Sé que su fe se basa en mi, sin libros, sin dioses, solo yo, solo nosotros. Para ella no soy un mundano mortal.

Pero de vez en cuanto tengo noticias tuyas. A veces, incluso, te puedo ver. Siempre ocurre de noche, en el medio en que tú y yo sabemos movernos con sigilo. Con los ojos cerrados, cuando se abren todas las puertas. Cada vez son más tenues los recuerdos, pero tu rostro permanece. El tiempo no pasó para el recuerdo de tus ojos.

Entonces despierto y me doy cuenta. Ella está aquí, en el mismo sitio. Donde nos quedamos dormidos entre sábanas y nada más. No se ha ido. Jamás se irá. Porque ella no es un bonito recuerdo volátil. Ella es mi vida, mi verdad. Todo lo que necesito. Lo único que quiero.

14 de junio de 2010

Lágrimas de lluvia



No temáis, que sólo lloro
para recordar la lluvia
y que todas las ciudades
se parezcan a Liverpool.

7 de junio de 2010

Inglaterra

Necesito volver a ese lugar
al que fui a refugiarme aquel verano,
en que nos confesamos un amor
eterno e imposible.

Necesito volar a ese país
de cielos grises y tristes,
donde hallé la felicidad
de no sentir el tiempo.

Donde aprendí a convivir conmigo mismo,
a no necesitar amparo,
a no sentirme extranjero.
Necesito volver a aquel lugar
donde regresé para volver a amar.


17 de mayo de 2010

Vale la pena


El sacrificio sólo está justificado cuando lo mueve un sentimiento tan fuerte como el hecho mismo de estar vivo. En otras circunstancias, vale la pena abandonar.

Vale la pena huir, cuando tus piernas son más seguras que la moral de quien tiene un fusil.

Vale la pena dormir, cuando lo único que te espera es un trabajo que no te gusta, un sueldo que no mereces y una vida que no has elegido.

Vale la pena romper a llorar, cuando la sinceridad cuenta más que el valor o la hombría. O cuando ser valiente es precisamente ser capaz de llorar sinceramente.

Vale la pena suspender, cuando el premio que se alcanza te hace más infeliz que lo que poseías antes de emprender el camino.

Vale la pena elegir, cuando no te vez capaz de abarcar todos tus sueños.

Vale la pena morir, cuando la única opción posible, es la supervivencia.

Y sobre todo, vale la pena convencerse de que sobrevivir no es suficiente. Vale la pena VIVIR.


Identidad



Soy un dentista que recomienda chicle con azúcar,
soy el altavoz que te dijo quédate en el sofá.
Soy el virus para el que no tienes cura y pretendo
ser la lluvia que te moje al andar.

Soy un reflejo, un espejismo,
una nube de ceniza volcánica.
Soy el que iba dejando huellas
mientras tú pensabas que me perseguías en secreto.

Soy tu presente.
Soy tu futuro.


11 de mayo de 2010

Miedo en la ciudad (avance)

Dice el Génesis que Dios, enfadado por el pecado original, condenó a nuestro más antiguos progenitores al más terrible de los castigos: los echó del Paraíso. Los arrojó al mundo. Simplemente.
¿Acaso no había concebido el mundo (aunque se precipitara para no trabajar el domingo) como el hogar ideal de sus hijos?
Y así fue, pero Dios conocía muy bien a sus hijos, porque Dios, además de padre, era la madre de todo hombre vivo, con todas sus consecuencias. Sabía a la perfección que a su hijo, no le agradaba tanto como a Él la concepción de ese “mundo perfecto”.
Adán y Eva, pronto se dieron cuenta de que su padre había hecho el mundo en sólo seis días. Y a ellos no les gustaba. Tenían que protegerse de él.

Así nació la arquitectura.

El hombre primitivo se encerró en su cueva para protegerse del mundo. De la lluvia, del viento, de las fieras… Dentro de su cueva, todo estaba controlado. Su familia, su comida, su felicidad.
Entonces, ¿qué ocurre en las ciudades?

El hombre, sintiéndose agobiado en su pequeña cueva, salió al exterior para construir una cabaña. Aprendió a cultivar la tierra y a sentirse dueño del territorio que le rodeaba. Y después fueron más hombres los que se unieron a él, y aprendieron a vivir en familias cada vez más grandes… que se convirtieron en ciudad.
En las ciudades de nuestro tiempo, la complejidad es tan grande que podemos afirmar, que se tratan de grandes mundos construidos sobre un territorio que ya no conocemos, que no nos interesa.
Hemos creado nuestro mundo, como hizo Dios en el principio. Y al igual que le ocurrió a él, hemos visto como a nuestros hijos tampoco les gusta la ciudad que les dejamos.

Cuando la ciudad se hace tan compleja, cuando no somos capaces de controlarla, la cadena trófica metropolitana se convierte en un arma voraz , la ciudad se transforma en un monstruo que se devora cada segundo a sí mismo.

Y tenemos miedo.

10 de mayo de 2010

Y seremos felices


Lo siento por ti y por todas mis musas.
Por ti en especial, porque te dediqué más tiempo.
Pero hoy mi tiempo es para ella.
Porque hoy, le he prometido
que pasaremos la vida juntos.

Y que seremos felices.

20 de abril de 2010

20 de abril


20 de abril, ¿del 90?... O de los casi cuatro abriles que llevaba en la búsqueda de un barco perdido en aguas de un mar que no es el mío, de un pájaro que no iba a dejar enjaularse por las rejas de mi libertad, de una dama a la que no iba a hacer mujer.

Y hoy, en el cuarto abril, ya he dejado de buscar. Porque encontré en el camino a Ítaca una isla por la que había pasado más de alguna vez sin detenerme. Porque hallé la tierra que me ordenaste explorar. Porque al fin di con el amor que me mandaste buscar fuera de tus curvas fronterizas.

Ahora, en el cuarto abril, y después de disfrutar todo el invierno como sirena varada en un campo de frutales exquisitos, me encuentro con energías renovadas para volver a navegar todos los mares. Ahora tengo las fuerzas necesarias para soplar mis velas sin la necesidad del viento traicionero. Ahora sé que mis piernas serían capaces de recorrer todos los senderos en tu busca.

Pero me quedo aquí. Porque ahora soy feliz.



18 de marzo de 2010

Y si amanece por fin




Quiero que nos encerremos y no sepamos si llevamos una vida, o nueve semanas y media. Perder la noción del tiempo entre descansos de vida eterna.

16 de marzo de 2010

Lazo azul


A seis horas de la ciudad del sol
esperaba la vanidosa Chicago
a una carrera abajo de los halagos
de una tercera planta para dos.

A unos instantes eternos del pecado,
cerca de un cielo gris con agujeros,
se van abriendo paso dos viajeros
que pasean por el parque de la mano.

Y se acercan hasta querer morir,
abrazándose vestidos con sus pieles
y ropa interior de tiramisú.

Nos despedimos del cielo de Madrid
trayéndonos la esencia en nuestros genes
en tu cabeza y mi maleza un lazo azul.





Gracias Vanessa

21 de febrero de 2010

Redención


Aturdido, y sin los dolores de cabeza que le habían acompañado en aquellos días de desatino y prisas, se levantó del charco de sangre.

A sus pies dejaba un espantoso charco de aquel líquido viscoso y oscuro, pero su ropa ya no estaba manchada. Tampoco tenía ya el cuchillo en su mano derecha, ni la foto de su hija en la izquierda, esa criatura de dos años que heredó los ojos de su madre.

Extrañado, fue a buscar ayuda. Pero nadie lo escuchaba. La casa parecía estar vacía de repente, a pesar de que él podía oír sus gritos. Miró hacia abajo, de donde procedían los llantos de una muchedumbre.
Aquellas dos mujeres (los gritos procedían de la más joven, la mayor la abrazaba) se aferraban al cuerpo inerte que minutos antes era suyo.

Comenzaba a ascender, y comprendió, que ya no le importaba a dónde iba, que había dejado atrás la única vida posible, junto a sus dolores de cabeza.

El Bosque de la Luz (6)




Así comencé a caminar, absorto, sin rumbo, pero con la cabeza alta, valiente, sin miedo. Hasta que, inesperadamente, empecé a oír los saltitos cada vez más lejos de mi. Las Alegrías, mis compañeras inseparables, se estaba quedando en el camino.

Me giré para esperarlas, pero no caminaban. Sonrisa pareció dar un paso para enfrentarse a mi mirada. Amistad y Primavera me miraban desde detrás de mi pájaro favorito.

- No podemos acompañarte esta vez.
- ¿Qué estás diciendo? – mi sorpresa no pudo ser mayor -. Puede estar aquí cerca, me lo dijo la Experiencia.
- Lo sabemos – contestó Sonrisa -, pero no vamos a ayudarte en tu búsqueda de la Felicidad. Lo hicimos con el Amor, pero esta vez, es diferente.
- Pero el Amor estará junto a la Felicidad, lo sé.
- ¿Y cuál de las dos te guía? Quizá te estés obsesionando.

Las palabras de Sonrisa tenían más dureza de la que podía esperar de cualquiera de las pequeñas Alegrías, esos pájaros indefensos que ni siquiera sabían volar. Decidido, la miré como se mira a un espejo para reflejar desde mi cara su nombre, y di la vuelta. No debía mirar atrás. El camino hacia la Felicidad era mío. Y no me frenarían los pequeños pies saltarines de unos pájaros cobardes.

Solo, y abrumado bajo un sol agotador, naufragué por los senderos de un frondoso matorral de dudas, frecuentado por negros alacranes que, según me daba la sensación, transmitían tristeza en cada picadura.

Y en frente de un rosal sin flores, lleno de espinas de color odio, una imagen horrible me hizo desacelerar el paso. Sin dejar de andar, por el miedo que me infundía esta nueva situación, contemplé la escena: una mujer, desnuda, con el cuerpo demacrado por las zarzas, y la piel tostada por el incansable astro rey, miraba sin pestañear un cuadro, o quizá una ventana abierta al mar, a una playa solitaria desde la que partió, según comprendí al ver su cara, el ser al que más quiso un día, y del que ahora sólo le quedaba el frágil recuerdo del tacto de su pelo.

Reconocí a esa mujer, de la que ya me habían hablado. Le decían la loca (del muelle de San Blas), y su nombre era Nostalgia.
De nuevo, di media vuelta y corrí mucho más que antes. Debía volver porque, si realmente quería encontrar a la gran Felicidad, no debía dejar jamás a las pequeñas Alegrías.





14 de febrero de 2010

El Bosque de la Luz (5)




Dispuesto a emprender mi búsqueda del Amor, no sé si más por curiosidad o por necesidad, aún me quedaba una pregunta por hacer a la Experiencia.

- ¿Y qué tienen que ver exactamente el Amor y la Felicidad?
- Algunos dicen, joven, que ambos son nombres para un mismo ser de este Bosque. Otros dicen haberles visto a ambos de la mano paseando por aquí.
- ¿Por aquí? ¿Cerca de esta montaña?
- Cerca o lejos – las respuestas de la Experiencia nunca me resultaban concisas -, ¿qué más te da? Tanto la Felicidad como el Amor podrían estar aquí, sentados frente a ti, y quién sabe si serías capaz de verlos.

El relato de aquella vieja tortuga no despejaba mis dudas. Más aún, ahora ya tenía dos seres a los que encontrar, pues de repente un ansia por hallar a ese ser, la Felicidad, ante cuyo nombre todos los ojos que me observaban parecían brillar como luceros de una noche de verano, se convertía en una necesidad tan imperante como la de respirar. Tenía que decidirme.

- Bien, señora Experiencia – dije decidido -, no puedo perder más tiempo. Si el Amor está junto a la Felicidad, o si son el mismo ser, empezaré ahora mismo a buscar a la Felicidad.
- Empieza a andar, joven curioso, y no te pares nunca si la quieres encontrar. Abre bien los ojos porque puede estar en cualquier parte, y agudiza tus reflejos porque no se deja atrapar fácilmente.
- Lo haré. Ahora mismo – la emoción por emprender la marcha me inundaba -. Desde esta montaña… ¿qué camino debo coger?
- Joven, si vas en busca de la Felicidad, coge el camino que quieras. Sabrás que la tienes cerca cuando empieces a no sentirte perdido.

7 de febrero de 2010

El Bosque de la Luz (4)




- ¿Por qué no lo intentáis?

Por más que me esforcé, las Alegrías se negaban a explicarme lo que era el Amor. Sin embargo, no se portaron mal conmigo. Me ofrecieron hacerle una visita a la Experiencia, esa que, según decían, jamás se había renovado. La que vivía desde siempre, y lo recordaba todo.

- De todas formas chico, no deberías hacerte muchas ilusiones. La experiencia tampoco va a definirte el Amor.
- No te preocupes – añadió Sonrisa -, de todas formas, hablar con la Experiencia siempre es una gran oportunidad.

Caminamos durante horas por un camino serpenteante, y al llegar a una montaña de libros, me sorprendí al verla. Un gran tortuga oscura, que más parecía una montaña de piedra, abría los ojos lentamente para recibirnos. Ni nos dejó saludar.

- Ya sé para qué vienes, joven – dijo la Experiencia con una voz cadente y melodiosa -. Puedes irte si quieres, yo tampoco voy a explicarte lo que es el Amor.
Puedo decirte, como me dijo Hesiodo, que el Amor es el arquitecto del Universo. Puedo decirte, también, como me dijo un buen amigo, que el Amor, es la fuerza más grande que encontrarás en este mundo; pero cuidado con él, pues es la fuerza más grande para crear, pero también para destruir. No juegues con él si lo encuentras.
No preguntes más, no te lo voy a decir. Por mucho que te cite a sabios pensadores, jamás sabrás lo que es el Amor. Quizá, piensa esto bien, sea sólo una herramienta para buscar a la Felicidad, ¿no es así?
Sea lo que sea, si de verdad quieres solventar tus dudas, ve y búscalo. Y cuando lo hagas, recuerda a Neruda: “en un beso, sabrás todo lo que he callado”.

3 de febrero de 2010

Darlin A.



Por su educación.
Por una vida digna.
Por su sonrisa.


Este catracho es mi ahijado. Ya os contaré más cosas de él.

31 de enero de 2010

El Bosque de la Luz (3)





- ¿Siembre habéis vivido en el Bosque de la Luz? - pregunté a las Alegrías.
- Depende de cuánto sea siempre. Pero las Alegrías llevamos mucho tiempo aquí, sí.
- Lo que pasa es que nos gusta viajar - añadió Sonrisa, una de las Alegrías más juguetonas y espontáneas -. De vez en cuando no vamos, pero siempre acabamos regresando.
- ¿Y todos aquí son tan viejos? - no podía parar de preguntar.
- Bueno, el Bosque es muy antiguo. Aunque nosotras nos vamos renovando, ¿sabes? Quizá por eso no somos tan inteligentes como la Experiencia.

Mis inseparables compañeras me explicaron, que la Experiencia era una tortuga muy anciana que jamás se había renovado. Llevaba en el Bosque de la Luz desde siempre. Llevaba tanto tiempo, que ni siquiera ella podía determinar su edad.

- A diferencia de ella - comenzó de nuevo Sonrisa -, los demás seres del Bosque nos vamos renovando, aunque existimos desde siempre. Pasa así con nosotras, las Alegrías, y también con el Cariño, la Nostalgia, el Amor...
- ¿El Amor? - dije sobresaltado. Había escuchado ese nombre antes, pero no recordaba dónde ni cuándo -. ¿Qué es el Amor?

Nadie me contestó.

- ¿Acaso no lo sabéis?
- Amigo mío - respondió sonrisa dando saltitos -, sabemos perfectamente lo que es el Amor. Pero si tratamos de definirlo, lo olvidaremos por completo.

29 de enero de 2010

Galimatazo


Te pisas ante lo que matan
y te plantas a buscar,
vaya el veneno a ser de cartas.
Las prisas te cambian del loco.
La de atenta caída en zapatos
al joven las voces pondrá.
Cuidado al ser niña gato,
quiso ser de las sin retorno
jugando siempre al engaño.
El tiempo la espera asustado
y bromea con su tamaño.
El As está desolado,
quizá vaya a picar algo
si no regresa la sombra
con su rotundo paso.

28 de enero de 2010

Para mi amiga


Por aparecerte en mi vida de repente.
Por ser genial desde que te recuerdo.
Por aprender a escucharnos mutuamente,
y reírnos juntos de todos los cuerdos.

Por tus amaneceres rotos
y tus malos despertares,
y porque no quieres crecer
como todos los mortales.

Por dejarme ayudarte
a darle alas a los duendes.
Por estar siempre enseñándome
a la vez que aprendes.

Por aconsejarme.
Por llorarme.
Por sonreír después de todo,
aunque se borren poco a poco
las pintadas verdes.

Porque eres mi amiga,
de las que nunca se pierden.


...feliz cumpleaños

24 de enero de 2010

El Bosque de la Luz (2)




Y fueron muchos los que hice, escoltado siempre por mis pequeñas amigas, las Alegrías, en aquel bosque de luz eterna.

Me enseñaron los verdes prados de la Paz, los turbulentos ríos de la vida, que regaban varias lagunas de lágrimas, y las fértiles huertas de la Ilusión y el Deseo.

- Todas estas regiones pertenecen al Bosque de la Luz - me dijo una Alegría.
- Guau, ¿y a quién pertenece todo esto?
- A ti, si quieres, y a todos los que vengan a conocerlo. Si llegas a saber que existe, puedes poseerlo.
- ¿Puedo poseer el Bosque de la Luz? - pregunté sin creérmelo aún.
- El Bosque y todo cuanto encuentres en el Planeta de la Vida, aunque no deberían importarte demasiado las posesiones.
- ¿Y qué hay más allá?
- ¿Más allá de qué? - Todas las Alegrías se giraron para oír mi respuesta.
- Del planeta en el que estamos. De la vida.
- Ja, ja, ¡qué importa! Preocúpate por conocer lo que hay en él, y no pierdas el tiempo en tonterías.

17 de enero de 2010

El Bosque de la Luz (1)



Dicen que los bosque serían demasiado silenciosos si sólo cantaran los mejores pájaros (Henry van Dyke).


En nuestro bosque, no había mejores pájaros. Era un bosque extraño, pequeño y soleado. Demasiado soleado. Tanto que jamás se hacía de noche. El sol duraba eternamente y las nubes, en los pocos momento que poblaban su cielo, eran bien agradecidas por sus habitantes.

La primera vez que estuve allí yo tenía, quién sabe, al menos, cien años o nueve meses, y era mi primer viaje al extranjero.
Nada más llegar, la luz eterna de aquel bosque me abrumó, y durante unos segundos, o quizá días, escuché cómo llegaban varios animales, sin poder verlos.

Al momento, cuando pude abrir los ojos, me hice amigo de muchos de ellos. Varios pájaros que no sabían volar daban saltitos a mi alrededor, mirándome curiosos. Quise preguntar, pero el Cariño se me adelantó. El Cariño era una cigüeña con forma de madre y grandes bolsillos, donde guardaba todo tipo de herramientas, según me dijo después. Fue el primer ser que encontré tras el aterrizaje en el Bosque de la Luz, y se encargó amablemente de presentarme a algunos de sus habitantes.

Me explicó que los pequeños pájaros saltarines de mi alrededor eran las Alegrías, una gran familia por cierto, y que, aunque no sabían volar, estaban dispuestas con agrado a acompañarme en mis excursiones por el bosque.

10 de enero de 2010

Liverpool




Llovía en nuestra ciudad del norte,
los cristales de mi ventana se empañaban
cuando yo dejaba huérfana mi habitación,
y emigraba a la tuya con mi almohada.

Se inundaban las calles grises afuera
mientras tú preferías apagar la luz,
y a oscuras yo te sentía más cerca
y tú eras yo, y yo, a veces, era tú.

En la calle no cesaba de repiquetear,
al ritmo constante y tranquilo de la lluvia inglesa,
ése que hace que te duermas en paz,

en una noche de verano fría.
Ése que me hacía cerrar los ojos y soñar
que mañana seguirías siendo mía.