31 de diciembre de 2008

El niño y la estrella




El niño lloraba y lloraba, y nadie sabía por qué. Como por sorpresa, se dieron cuenta de que le asustaba la oscuridad. ¿Cómo podía ser, si había vivido siempre a oscuras? Uno de los hombres, entristecido por sus llantos, le regaló una bombilla. El niño no sabía lo que era, nunca había visto nada semejante. Podía ver todo aquello que él quisiera iluminar, y dejar penumbra a sus espaldas.
Aquel día el niño dejó de llorar. Lo que más le gustaba al niño era, sin duda, jugar a hacer sombras. Quizá porque sentía que así se vengaba de la oscuridad de su mundo hasta entonces, cuando ponía su bombilla entre su rostro y sus manos, y veía como en la tierra se representaban las más monstruosas y divertidas figuras, hechas de la sombra de sus manos tras la bombilla, no podía parar de reír. Apenas hablaba con los otros niños, ni siquiera sabía qué hacían, su bombilla y sus sombras eran todo para él...
Sucedió que una noche, mientras caminaba por un sendero mirando a su bombilla, ésta pareció apagarse. Como una cerilla consumiéndose, la bombilla dejó de ser más luminosa que su alrededor. Pero el niño sabía que no se había apagado. Lo comprendió al levantar la cabeza. Su luz, la que tantas sonrisas le había dado, con la que tan divertidas sombras había creado, había sido devorada por la potentísima luz de una estrella. Su bombilla ya no proyectaba sombras, porque todo lo empapaba ahora la potente luz. Al contemplarla, el niño se quedó anonadado, aplastado por la certeza de que era la estrella más hermosa que jamás había visto, convencido de que no había otra en la bóveda celeste que le cubría. 
Al principio no supo qué hacer, se sentía triste por su bombilla y, tras darse cuenta de lo insignificante que era su luz comparada con la de la estrella, el niño arrancó a llorar. Pasado un rato, decidió volver a la cueva. Pero al bajar la cabeza y darse la vuelta para desandar sus propios pasos, sucedió algo increíble... Con la luz de la estrella detrás suyo, el niño pudo ver su inmensa sombra delante de él, sobre la tierra del camino por el que había venido. No era ninguna de esas pequeñas sombras difusas a las que solía dar forma con las manos, no... Esta vez, con esta luz, podía crear las sombras que quisiera, utilizar todo su cuerpo, inventar figuras que ningún otro niño podría siquiera haber imaginado. El niño se volvió de nuevo. Es una estrella genial, dijo, y su sonrisa apareció de nuevo en su rostro, más grande de lo que había sido nunca, más luminosa que cualquier bombilla.
A partir de entonces, iluminado con esa potente luz, el niño se dio cuenta de muchas cosas. Los niños que vivían cerca de su cueva, con los que apenas había hablado nunca, todos tenían una bombilla. Pasaban el día jugando con sus bombillas, haciendo pequeñas sombras, como hacía él, pensó. El niño se dio cuenta, de que antes de conocer a esa genial estrella, él era uno más de esos niños, perdidos en mitad de la gente, cada cual con su bombilla. Se acercó a ellos. Pero comprendió que los niños, cada cual con su bombilla y sus pequeñas sombras, eran felices, todos sonreían. Y entendió también que, si sólo él podía ver a la estrella, no sería justo contárselo a los demás, pues podían sentirse muy tristes con el desengaño de saber que sus bombillas apenas alumbran. Por eso decidió no hacerlo. En lugar de eso, fue a buscar su antigua bombilla, para que cada vez que estuviera con otros niños, lo vieran jugar con ella (aunque él no la viera brillar, porque lo cubría la inmensa luz, sabía que la bombilla aún funcionaba a ojos de los demás niños), para parecer, al fin y al cabo, un niño más. Pero la verdad, su inmensa verdad, sólo la sabían él, y su genial estrella.

De repente, una mañana, sin saber por qué, la estrella desapareció. El niño no la vio al despertar. Su estrella había desaparecido y el niño se quedó a oscuras. Lloró durante varios días, y las personas que lo vieron, para consolarlo, le regalaron bombillas. Tenía un montón de bombillas, pero seguía llorando. Antes, no hace tanto tiempo, con una sola bombilla el niño era feliz; pero ahora, después de haber visto esa gran luz, ninguna bombilla era nada para él. Ninguna parecía iluminar, ninguna proyectaba la misma sombra. 
El niño solo podía pensar en aquella estrella, y la odió por desaparecer. Y lo que es peor, a partir de ese momento, odió a todas las bombillas, por no saber iluminar tanto como su genial estrella.



Cuenta una leyenda que, de los millones de estrellas que había en cielo, cada uno de los niños, aunque no lo dijera, veía brillar a una como una estrella genial, y mientras creían no ser vistos, cada niño le hablaba a su estrella, y se ponía debajo para hacer divertidas figuras con su sombra. Pero delante de otros niños, cada uno disimulaba, jugaba con su bombilla, y creía ser el único que tenía una estrella que ver.


30 de diciembre de 2008

Ahora sí

Ahora sí, señores, preparaos para la ya institucionalizada pachanga del miércoles, porque el fichaje que vais a hacer en invierno es el de mi continuidad. No podía ser que en tres meses, hubiera asistido a tres partidos. Pero año nuevo, vida nueva, y gracias al señor Bendala (que, nos haya aprobado o no, ha terminado su asignatura), ahora los miércoles son y serán para destrozar las nuevas botas.
Nos vemos en el campo.

(Por cierto, no son Puma, sino Lucky)

29 de diciembre de 2008

Personajes de cuento


Anoche hablaba con mi gran amiga Nuria sobre los cuentos... o más que sobre cuentos, sobre los personajes que querríamos ser. Ella apostaba por un hada, y me preguntaba qué sería yo.
Niños perdidos, príncipes azules, apuestos caballeros, piratas... nada de eso. Quiero ser un sapo. Uno bien feo y arrugado. Uno al que no se acerque cualquier doncella si es que no tiene claro a quién quiere besar. Uno que pueda ser un apuesto galán, sí, pero sólo si lo besan. ¿Y si no lo hacen? Me dedicaré a croar en mi charca, no debe ser un trabajo difícil para un sapo de cuento.
Es verdad que, siendo un sapo, no podré ser yo quien elija a la doncella que me besará, pero sí que puedo saltar en caso de que, quien venga a por mi, no sea de mi agrado. Puedo negar, mas no elegir. Sí señor, el sapo me viene como anillo al dedo.
Y tú, ¿qué personaje serías?


NUEVO BLOG: Quiero informaros que Nuria y yo acabamos de estrenar Cuentos de Ratón, podéis visitarnos aquí.

18 de diciembre de 2008

Equipo femenino de Arquitectura 2008-09


Esta tarde ha sido el último partido (de momento) de este gran equipo que nos ha ilusionado a todos. Cuando digo todos, me refiero a Nuria, Chari, Víctor, Antonio, Irene y un servidor. Y cuando digo "gran equipo", me refiero a toda la grandeza que se pueda imaginar, exceptuando los resultados: cinco partidos y cinco derrotas; pero el balance que me llevo, es el de cinco buenos momentos, y un gol dedicado. Gracias.


-- En la foto: Ana, Rocío, Lidia, Raquel, Miriam, Belén y Mari Carmen.
-- También jugaron: Cintia, Esperanza, Eva, Alive y Conchi

9 de diciembre de 2008

Enderezando el rumbo


Necesito una brújula nueva. Es la conclusión a la que me ha llevado el último de mis desvaríos, la última noche sin dormir por culpa de esta vida de horas perdidas entre los rumores de mi propia consciencia. Mi antigua brújula, la que yo creía que me guiaba, hace tiempo que no señala al norte, gira por capricho y vira repentinamente sin un rumbo claro, pero ya no quiero volver a mirarla. Necesito una brújula nueva, y si no la encuentro, me la habré de fabricar. No voy a seguir a la deriva, divagando por este mar inquieto hacia donde la marea me quiera llevar. No soy la sombra del marinero que un día fui, pero hoy quiero cambiar. Quiero volver a la mar, no importa la tempestad, mi camino es unidireccional. Atar mi nueva brújula al timón de los deseos y agotar hasta el último aliento en quitar el polvo a estas velas que me han de llevar. Izar la bandera para que todos sepan que he vuelto al mar, que este capitán volverá a navegar.



7 de diciembre de 2008

Harto

Harto de callar. Harto de evitar decir lo que siento, de inventar falacias que evidencien que soy uno más, que siempre fui normal. Harto de tener miedo a ser sincero. Harto, de temer decir otra vez te quiero.

27 de noviembre de 2008

Pero falta algo...

La pieza que falta para completar un puzle, perdida en un rincón del inexplorable y oscuro armario; el sentimiento de no poder jugar la partida de ajedrez por la falta de una pieza.
La temperatura es buena, pero falta un par de grados; el vaso parece lleno, mas le resta una gota; las palabras no fueron en vano, pero faltó la última, la más importante, la que había de darle sentido a todas.
Porque mi felicidad solitaria no es suficiente, porque le falta el sentido de la gota que la colme: una caricia, una palabra, un sentimiento, tú... apenas un suspiro.

19 de noviembre de 2008

Sueño nuevo de otoño

Nuevo sueño que apareces en este otoño en el que caen las esperanzas de los árboles de antaño, ven y acércate para que pueda confiar en ti. Para poder habitarte sin el miedo del que no puede ver; para poder hablarte con la seguridad de quien sabe escuchar.
Apóyate en mí para que no te deje caer, coge mis manos por primera vez, mira mis ojos sinceros, toca mi voz y acaricia la mirada que hoy es sólo para ti.
Dulce, sin rozar lo empalagoso. Así eres, sueño nuevo de otoño, así quiero yo que seas, sin pretender cambiarte. Porque ya estás en mí de alguna forma, y aún no te he pedido permiso. Porque, en cierta manera, ya te pertenezco yo también a ti.

7 de noviembre de 2008

Habitar en un cuadro



¿Se puede vivir en un cuadro? ¿Puedo habitar en una foto? ¿En un dibujo? ¿En un recuerdo? ¿En un sueño?
Soy un espejismo más de este mundo al que llamamos real, al que hacemos imitaciones virtuales de última generación, al que destrozamos un poquito cada día. Un personaje más de este gran cuadro anónimo de trazos imperfectos y enrevesados.
Y en la realidad, en mi realidad, en lo que nos parece tangible, me hallo aferrado a una foto en color en la que quiero vivir.
Esa foto puede hablarme, con su voz de papel impreso; puede escucharme, cuando le hablo con los ojos; puede tocarme, con el tacto de sus píxeles infinitos. Al menos, así lo creo yo. Al menos, así lo quiero sentir.
Y el mundo en esa foto es más grande que el de afuera, y el tiempo pasa lentamente mientras ella pestañea, y puede pararse repentinamente para comenzar de nuevo con un sueño, en un recuerdo de lo que no fue.
Puedo vivir en un cuadro, es evidente, pero ¿por cuánto tiempo? Y lo que es peor aún, ¿puedo vivir fuera del cuadro?
Las noches que navego por sus extensos mares, los sueños en que pierdo la noción del tiempo, las mañanas que despierto al lado de la foto, ¿cuándo acabarán? Porque no me da miedo habitar eternamente en un cuadro, en un simple recuerdo o en un vago sueño. Lo que realmente temo es ese momento de volver a la realidad, o a lo que vosotros, los de fuera, llamáis mundo real. Ese cuadro sin marco del que salí hace tiempo para encerrarme en mi foto. Temo mucho lo que pueda encontrarme al salir de mi sueño, de mi propio mundo, tengo miedo de no reconocer la casa de donde salí, de no saber vivir fuera del cuadro en el que me adentré.
¿Y si no quiero salir? ¿Y si me gusta habitar los cuadros, y quiero seguir haciéndolo cuando salga de este?
Hoy en la pared sobre mi cama veo el hueco del próximo cuadro que la poblará, del dibujo de esa nueva habitación por habitar, de ese nuevo sueño que conquistar, de ese nuevo mundo en el que vivir.
Pero temo, de nuevo temo. ¿Puedo vivir acaso en un cuadro que aún no he visto? ¿Y si abandono mi foto, mi maldita foto, para habitar en ese nuevo cuadro que aún ni tan siquiera he visto?
Ansío salir de esta eterna fotografía que me atrapó, pero ya he dicho que temo al mundo del exterior. La única solución es la mudanza, y se que un día me mudaré.
Y de nuevo tengo miedo. ¿Y si me mudo ahora? ¿Qué pasará? ¿Y si abandono mi foto y doy el salto hacia el nuevo cuadro, hacia el boceto de la nueva vida sobre la pared encima de mi cama?
Podría hacerlo, sin duda, soy capaz. Pero no se por cuanto tiempo podré habitar mi nueva casa. Me asusta pensar que un día, en mi desesperación, opte por abandonar el cuadro nuevo y retornar a la maldita foto de la que aún no he salido. Me aterra herir los sentimientos del cuadro que habitará el hueco de la pared encima de mi cama.

6 de noviembre de 2008

Noche de pociones

En agua ardiente encenderé el caldero
en las noches vacías de luna llena,
llamas candentes hervirán mi pena,
sangre de rabia avivará su fuego.

La niebla espesa ocultará tu pelo,
te ilumina el rostro un cirio de cera
y te acercas lentamente a mi hoguera,
que exuma olores de crisantemo.

Y el fuego eterno nos dará calor;
la poción está casi terminada,
sólo falta pasarla por tu tamiz.

Y el firmamento no me dirá que no;
los sueños se cumplen de madrugada,
y en esta noche sólo te quiero a ti.

2 de noviembre de 2008

Embrujado

Nublada noche, oscuro firmamento
gatos negros, vampiros y fantasmas,
momias y un sinfín de gente sin alma;
brujas que han venido a infligir tormento.

En la noche mi reloj pasaba lento,
rodean a la muerte figuras altas,
y un mago apuesta vidas a las cartas;
Alguien la ha perdido, se oye un lamento,

Pero no seré yo, porque esta noche
voy a dormir aquí, veré el amanecer
de este castillo de oro, sombra y lujo.

Donde ya no habita un rey, ni habrá corte,
donde no hay testigo de que pude ser
en la tiniebla víctima de un embrujo.

24 de octubre de 2008

El Abismo

El abismo. Hoy me he encontrado con él: era increíble. Realmente tenebroso, aterrador, el fin del mundo. Un vacío inmenso entre dos vastos continentes. Mi camino se ha cortado de improvisto en un rocoso plano vertical. Continúa al otro lado, es cierto, pero ¿y si no puedo salta? ¿Qué más dará lo que espere más allá del gran salto, si es demasiado largo para mis cortas piernas? Es el final.

Pero volver atrás es inútil. He visto ya todo lo que me precede. Es verdad que algunas cosas no salieron del todo bien, pero haciéndolas he llegado hasta aquí, a esta cornisa del mundo. Tampoco puedo avanzar, pues me da miedo lo que pueda haber abajo. Es muy profundo, está oscuro, y aún no he oído la piedra que tiré al llegar.

He de saltar, es el único camino. No llegaré al otro lado, lo sé. Es demasiado evidente que mis fuerzas no darán para el gran salto de mi vida. Pero no soy un cobarde, nunca lo he sido. Quedarme en este lado sería muy aburrido, y no pienso dar un paso atrás, ni siquiera para coger el impulso del salto que estoy a punto de dar. Flexiono las rodillas, cierro los ojos, sueño que vuelo...

Ya lo he hecho, no hay vuelta atrás. Ahora, sin más tierra donde apoyarme, estoy convencido de que no conseguiré llegar al otro lado. Estoy suspendido entre dos tierras, mi tiempo se agota. En este momento, bajo el amparo de la volátil parálisis del tiempo, aprovecho para mirar por primera vez hacia abajo. Una niebla espesa y negra flota bajo mis pies, no veo el final... pero pronto lo veré, he empezado a caer. Me acerco vertiginosamente a la espesura. Pero no tengo miedo; es más bien curiosidad. Hasta hace apenas unas décimas de segundo no me había planteado esta situación. Iba a caer, era evidente, pero esa estrella, siempre presente, de la esperanza, me impedía ni tan siquiera pensar en lo que estoy viviendo. Hace frío, la espesa niebla me roza la cara, es un fino polvo gélido que penetra en mi piel y me deja sin aliento.

Al fin, he atravesado la nube. Por primera vez, y sin posibilidad de regresar, puedo ver el fondo. Un valle inmenso y verde, surcado por un río tan sinuoso como la misma existencia. Es curioso, de él emana vida, pero significará mi muerte.

Apenas unos instantes antes del silencio absoluto, no puedo pensar en nada que no sea ese valle. No bastarían las palabras para expresar su belleza, indescriptible como un sentimiento, y me alegro ahora, con total sinceridad, de no haber saltado tan fuerte como para haber llegado al otro lado. Podrán decir que estoy loco, ya lo habrá hecho quien me vio saltar. Pero ellos no han visto lo que yo estoy contemplando. Llamadme masoquista, pero esta es la mejor parte de mi vida. Esto es lo que quiero. El ABIsmo.

20 de octubre de 2008

De un gran amigo

De nuevo, y después de algún tiempo, opto por dejaros con una poesía que no es mía, pero que con solo nueve versos me ha conseguido motivar. De un gran amigo, de un hermano londinense.



Sonrió una tarde de agosto,
El oro era contemplado,
por un azul que tapado
lloraba por quedar solo.

Un vacio todo inundaba,
lo que antes cmpleto estuvo,
asi lo que antes era uno,
fue reducido a la nada.

Un eterno adios: By Lanuk

16 de octubre de 2008

La puerta

Es el punto de partida, he vuelto a llegar. Hace ya mucho tiempo que me perdí en este laberinto en el que no recuerdo ya ni cómo entré. La puerta estaba entreabierta, supongo, y mi curiosidad y la inocencia del que no ha visto el mundo me empujaron a entrar. A partir de ahí lo sospeché: no había puerta de salida. Aún así me adentré en el follaje, me perdí por entre los setos de ideas volátiles hasta que olvidé por dónde había entrado. Y entonces la vi, girando en una esquina por delante de mí, y la seguí. 

No recuerdo ya su rostro, no sé si lo tiene. Supongo que lo va cambiando, adaptando a las inquietudes y a los anhelos del que entra, pues casi todos buscan lo mismo. Pero entre nosotros no podemos vernos, y nos parece estar solos, donde sólo ella nos acompaña, donde sólo nos importa ella. Donde sólo con ella, o peor aún, con su recuerdo, estamos vivos.

Hacía tiempo que no la veía. Casi me había acostumbrado ya a no pensar en ella, estaba haciendo mi vida solitaria bajo un seto de este vasto laberinto, del que llevaba tiempo sin moverme por temor a perder ese lugar que ya había hecho mío. Pero hoy decidí levantarme. Fue esta mañana, después de haber dormido entre recuerdos de una vida pasada: soñé con el primer día, cuando entré en el laberinto de esta historia. Y entonces supe donde estaba la salida, que era la misma puerta por la que entré, y corrí a buscarla… La vi. La puerta estaba allí, esperándome. Cogí el pomo y me di cuenta. Era la misma puerta que atravesé hace tanto tiempo, y aunque estaba de nuevo entreabierta, no pude escapar.

Porque en aquella esquina, la de antaño, estaba ella. La he vuelto a ver, y a mi pesar, no la había olvidado. Quizá ahora tiene otro rostro, es posible, quizá ha mudado su piel. Pero de nuevo me ha invitado a perderme en el laberinto, y de nuevo la he seguido.


15 de octubre de 2008

Sal de mis noches

Todavía algunas veces me arrepiento

de haberte abandonado aquella tarde
sin decirte nada, fui tan cobarde...
Reprimiendo un beso, y un lamento.

Todavía a veces, y a solas recuerdo
como vi alejarse, en un sutil adiós
los soñadores ojos de mi amor...
En su quimera aún a veces me pierdo.

Y perdido ahora, trato de buscar
un motivo que te guarde para siempre
en ese cajón de lo eterno y acabado

Sal ahora de mis noches, y déjame amar;
deja que un nuevo sueño entre en mi mente.
No temas: no pisará tu suelo mojado.

3 de octubre de 2008

Nuevas esperanzas


Siempre la calma llegará después
por fuerte que haya sido la tormenta.
Siempre la esperanza permanece viva
aún en el infierno, negro, de la guerra.

Y aún en el recuerdo del amor que terminó
aparece un nuevo sueño en la noche oscura;
sólo en los caminos embarrados del amor
surge un nuevo sol, emerge de la espesura.

Ven, camina entre el follaje,
acércate por los páramos de la ambigüedad.
Ven, corre a mis brazos que te esperan,
enséñame por fin un amor de verdad.
Construyamos juntos un nuevo lugar,
uno donde se termine tu tristeza, y mi soledad.
Ven, enséñame tus ojos,
observa los míos que te dicen con sinceridad:
Mírame, atraviesa esta pupila de cristal,
abre tus labios, dime... lo que sabes que quiero escuchar.

En las horas perdidas


Escucho el agua. Un rugir de espuma blanca que hace que se desmorone mi mundo de agobios y prisas inventadas, el leve sentir del tiempo, que por momentos se para.
Aquí, junto a la falsedad de mi mundo de relojes en una apartada isla dentro de la misma verja, me doy cuenta de lo insensatos que podemos ser con las prisas de este mundo insípido.
Aquí, viendo pasar las horas, comienzo a descubrir que se puede saborear, que se puede sentir, oler, tocar lentamente, sin agobios, cada minuto, en silencio, adivinando cada arruga del vórtice maligno del tiempo, de las agujas afiladas del reloj, de la peligrosa cuchilla del motor que mueve el mundo.
Aquí, ahora, sobre este césped, bajo el amparo y la sombra de los guardianes perennes, me enorgullezco de haber hallado una vida, entre las horas perdidas.

20 de septiembre de 2008

Esta noche tengo ganas de matar

Esta noche tengo ganas de matar

abriré mis alas y volaré,
mi sed al fin de sangre saciaré
esta noche tengo que ir a cazar.

Mi cielo ya dejó de ser azul,
mi mente en un sueño desapareció,
mi alma hace mucho tiempo escapó;
mi corazón te lo llevaste tú.

Hoy no me dolerá derramar sangre,
esta noche la vida poco importa,
ya me es indiferente si he de sufrir

Mañana al alba habré saciado mi hambre,
quizás luego me condenen a la horca;
poco importa hoy, si mañana espera el fin.

4 de septiembre de 2008

No me gusta escribir


No me gusta escribir;
No me gusta escribir, tan sólo
pretendo que te guste lo que escribo.
Lo hago en mis noches amargas,
en mis días de soledad de este mundo cautivo.
Imagino solitario, y con mi pluma
escribo en el silencio lo que nunca digo;
Invento fantasías, un mundo ajeno
de otro yo que nunca ha existido,
de una persona distinta, de un extraño
que ha querido ser lo que no he sido.
No me gusta escribir, y escribo,
soy una sombra fría de un fantasma,
de un sueño casi ahogado en el olvido.
Y no me gusta escribir, pero escribo.
Pierdo mis horas de sueño mientras pienso
y trazo en un papel poemas sin sentido.
Si no te gusta leer ,léeme,
empápate de mis palabras de doble filo.
Se que me vas a leer y eso me anima,
y no me gusta escribir, por eso sigo.
Y seguiré hasta que no pueda levantar
esta pluma, estandarte de un hombre malherido.
Y escribiré en los días nublados, y en la la luz
de tus oscuros ojos, yo te te pido
que permitas entrar a un corazón vacío,
y que cuelgues mi vida, entera, de tu hilo.
Ya se bien que es peligroso, incluso loco,
dejarme amarte aquí, en lo prohibido;
pero tampoco se escribir, y escribo.

23 de agosto de 2008

Aquel día no lloró

Aquel día no lloró. Podía ser el último para ambos, y decidió no hacerlo. Quizás no quería hacerla sufrir, a lo mejor pensaba que así él no sufriría, por eso aquel día no lloró.

Pero aún la recuerda. Aún a veces por las noches desearía retroceder, volverse a levantar y ver que sigue ahí, que podrá verla al amanecer, que irá luego a sentarse junto a ella y que no la va a perder. Es entonces cuando se despierta de verdad, cuando llora en la almohada al comprobar, que lo empapan sus recuerdos en sudor, que persiste un día más aún su dolor.
Llora, ahora sí llora, por la mañana, y aún a veces por las tardes de sol, y recuerda que aquel día no lloró. Aquel día, en la noche de un temprano verano, el día en que en silencio, y sin lágrimas la abandonó. Le dijo adiós. Reprimió las lágrimas, sacó pecho y esperó, y se ahogaron dos palabras en su adiós, dos palabras que aún guarda, para ella, en su corazón. Dos palabras que en las noches, ahora se lo escapan, cuando se acuerda de ella, cuando falta su calor. Pues aún hoy la recuerda, aún recuerda aquel adiós, del día en que no lloró.

La lluvia

La otra tarde llovía mucho. Le gustaba la lluvia, siempre le había gustado. Pero nunca pensó que se pudiera hablar tan bien de aquellas pequeñas gotas de agua. Nunca hasta que leyó sus versos.
También hablaba de la lluvia. A ella también le encantaba; él pensaba que ambos eran raros, pero en su rareza eran iguales. Casi iguales.
Pero después de aquel día, cuando leyó lo que ella escribía sobre las inocentes gotas de agua celestial, nunca volvió a sentarse a su lado. Después de aquel día, en que llegó a soñar despierto que su discurso era sólo para él, ya no volvió a verla cada mañana. Después de aquella triste despedida en que reprimió sus lágrima, nada volvería a ser igual.
Pero la otra tarde llovía mucho, y como cada vez que ve llover, se acordó de ella.

17 de agosto de 2008

Sé que vendrán tiempos mejores

Sé que vendrán tiempos mejores, sé que vendrán
sé que no es mera ilusión, todo lo que he soñado
y que voy a pasear contigo de la mano
que correremos juntos y no nos detendrán.

Sabes que vendrán otros días, han de llegar.
Días de sol de primavera, noches de verano,
días en que ningún credo valga más que lo amado.
Sé que vendrán esos días, déjame soñar.

Y si tengo que esperar, sabes que esperaré,
me plantaré frente al viento, y le haré saber
que no me pienso rendir, que no me puede llevar

Y si tengo que luchar, no dudes que lo haré,
y viéndome en la batalla, tendrás que comprender
que mientras me queden fuerzas no te voy a olvidar.

15 de agosto de 2008

El dueño del amor


Noches de lunas desiertas
en que reparten cometas
e ilusión

Cargadas todas de estrellas
a las que pedir mil besos
y una flor

Luna amarilla de escarcha
tenue en el negro cielo
tímida, y con recelo
que con celos mira a la tierra
y a su amor

Verde prado de los montes
mirador para enamorados
sin calor

Donde van los aliados
y parejas que a escondidas
dan su amor

Mirando a la luna llena
lucero del firmamento,
y con tal detenimiento
pasarán la noche entera
sin pudor.

¿De quién es el sentimiento?
¿Quien es dueño del amor?
¿Acaso son ellos dos?
¿O es quizás el firmamento
que entre la Luna y el viento
es portador de ilusión?

Es la Luna, dijo el alba
la dueña de tal pasión
mientras la Luna lloraba
con rencor

Paso las noches enteras
dijo la Luna a un balcón
viendo en ti como se besan
esos dos
tengo mi envidia en la Tierra
y dicen que soy la dueña
del amor

pues sabed que no es el dueño
sino quien gana un beso
y por algo me intereso
que ese siempre fue mi sueño.

4 de agosto de 2008

Señales del desierto

Puedes huir del mundo, puedes buscar algo mejor
puedes decir no te quiero, decir no te querré.

Puedes, cuando te encuentre, gritar y echar a correr,
esconder tus sentimientos, fingir que no hay dolor.

Puedes negar para siempre la verdad y el amor,
decir "no te recuerdo" y alejarte del ayer,
coger todos mis recuerdos, echarlos a perder.
Incluso puedes odiarme, si te queda rencor.

Pero por mucho que intentes echarme al olvido
sabes que no olvidarás todo lo que te ofrecí,
y jamas podras negar lo unico que sí es cierto.

Porque aunque el tiempo pase, de tí aún soy cautivo,
porque aunque lo he intentado acabé por incumplir
las señales que hayé, de tráfico en el desierto.

Espina de rosal

Eres espina en mi rosal, eres erizo en el mar, ortiga en un barrizal que pica sin preguntar, eres el agua del mar que nunca habré de probar, camino sin final donde todo es comenzar.
Princesa de mis sueños, orgullo de sus dueños, me pica cual alacrán, me trata como a los perros. El fuego quema hasta al Sol, desde sus ojos pequeños y la codicia en su sien vuelve locos a los genios.

26 de julio de 2008

Sueños

Sube la escalera que te lleva al sótano donde penetra el sol de la noche de los sueños estrellados, navega por el parque del verde césped que se mezcla con el marrón del cielo de tus ojos para teñir de rojo fuego la sangre de mis venas secas y corre hacia el camino del final donde un principio nuevo espera la llegada del ocaso de los sueños.

25 de julio de 2008

Úsame

Úsame como ya hicieron. Limpia el polvo de anteriores inquilinos con mi corazón de trapo y trata de dejarme en la moqueta para seguir pisoteando mis sentimientos de juguete con el firme paso de tu orgullo, de tu necesidad de sangre azul y tus lágrimas falsas que no mojan.
Usa mi hombro para ahogar esas penas que a mí acabarán por matarme, vacía el cóctel de esos ojos de azul turbio como el cielo del norte, como nubes de tormenta de verano.
Estruja de nuevo mi corazón inerte y desparrama su jugo por lo que quedó de mí impregnado en tu recuerdo, y deja que la indiferencia te embauque y me borre de tu mente.

6 de julio de 2008

Me marcho de nuevo

Como ya prometí hace ahora tres largos años, vuelvo a la Gran Bretaña. Y no lo hago a Stoke, esta vez no. Esta vez busco algo más, esta vez quiero hacer algo distinto, y no hay mejor lugar que la gran capital de los cosmopolitas como yo pretendo ser.


Londres me espera esta vez, la londres del Big Ben, la londres parlamentaria, la del Támesis, la de Noting Hill y los navajazos callejeros, la Londres de The Globe, la Londres de los Rollings.

Como siempre, dejo esta tierra, que nunca sentí mia, para poco tiempo, y antes de que el calor de agosto empiece a extinguirse ya estaré de vuelta. Con unos pocos días más de vida, sólo unos pocos, pero con millones más de recuerdos de esos que no se olvidan.

Me voy, y volveré, ese es el plan, como todos los que hago. Pero la vida, ya lo dijo alguien, es lo que nos sucede mientras tratamos de cumplir nuestros planes. Y si mis planes se rompen, que lo hagan mientras viajo. Si el destino se interpone entre yo y mis planes, que lo haga mientras vuelo... que me lleve a tierras nuevas, a lugares insólitos, ante gente desconocida que no me juzgue al llegar, al lugar más inesperado.

Si el destino se interpone, que no lo haga en mi casa, que no me coja sentado, que nunca me permita echar raices, pues no soy un árbol, que lo haga mientras estos pies, que en un tiempo vacilaron, caminan por sendas nuevas, y que me haga pasear por donde antes no lo he hecho, que me lleve a donde quiera... sólo intentaré seguir aprendiendo.


28 de junio de 2008

Ron, ron, ron...

Camina, caminando, por el eje norte sur,

camino de la plaza, sólo nos faltabas tú.
¿Quién nos iba a decir que te llevabas nuestro ron?
Ron, ron, ron, el que Sandra se llevó.

Camina, caminando, por el eje norte sur,
camina hacia la plaza donde haya poca luz.
Y sin decir palabra el policía nos echó,
ron, ron, ron, el que Sandra se llevó.

Camina, caminando, hacia otro sitio sin consuelo,
será mejor que dejes las monedas en el suelo.
Te acompañamos, Sandra, hasta tu coche sin tesón.
No, no, no, te has llevado nuestro ron.

Salió del Mercadona y en tu bolso ahora está,
nos has robado amiga, y ya no tenemos más.
Robado como roban créditos de facultad,
como ha perdido Carlos, los doce de mamá.

No has robado amiga, no te voy a perdonar,
por ti hemos acabado bebiendo en el Elefunk,
donde bombillas nadan en peceras de cristal,
donde si ves monedas no te puedes agachar.

Y culo en la pared de allí tuvimos que escapar;
cartera por delante, la mano por detrás.
No cojas las monedas, no aflojes tu cinturón.
Ron, ron, ron, el que Sandra nos quitó.

27 de junio de 2008

Soneto a la tristeza de no saber por qué

Por las tardes que no salimos,

por los batidos que no te tomaste,
porque mis intentos no eran bastante
para dejar de ser sólo cautivos.

Por ser yo del mundo de los vivos,
do habitan los hombres, por siempre errantes
y el tiempo es lento para los amantes
que huyeron buscando el gozo furtivo.

Porque tú eres distinta, de otro mundo
al que a mí nunca me dejarán entrar.
Porque no eres de donde naciste.

Porque por tí con la brisa me fundo
para que te me acerques al respirar.
Porque estoy sin tí, por eso estoy triste.

24 de junio de 2008

Mi barco y yo

Y entonces desperté: sólo era un sueño

de un rugir de olas, de espuma blanca,
de mensajes en botellas y un tesoro
escondido, de oro y esmeraldas.

Era un sueño de viento, de aire fresco,
sólo vi el horizonte, y un timón.
Dos almas en el mar, a la deriva
solos, mi barco y yo.

Y entonces desperté: todo era falso.
La libertad tan fresca, el sol tan alto,
la inocencia de un pirata perdido,
que no sabe donde está, ni cuándo.

Pero sólo estoy aquí, sobre mi cama.
Sin velero, sin sirenas a estribor,
soñando con estar, perdidos en la mar
solos, mi barco y yo.

18 de junio de 2008

Tú sabrás cómo leerlo

A veces en mi soledad
busco de nuevo encontrarte.
Incansable, incontrolable.
Tinieblas me atrapan, mas no pueden
evitar que te siga viendo.
Quiero tocarte, y todo es aire,
una mera ilusión, una quimera,
ilusos sueños de alguien que no olvida
el amor que lo embaucó un día.
Rencoroso, egoísta, aún te busco.
Oscuro es el camino, poderosa aún más tu luz.


17 de junio de 2008

Hora de partir

Por tí buscaré el amor,
aunque a tí no pueda amarte.
Por tí seré buscador,
aunque a tí no quiera encontrarte.

Por tí emprenderé el viaje
contigo siempre en mi mente,
como a Ítaca tenía Ulises
cuando a Poseidón hizo frente.

Y buscaré arribar en otra isla
para que tú navegues libre,
aunque me duala verte zarpar
a donde no pueda seguirte.

Hacia la delgada línea
del tenue azul horizonte.
Donde los veleros blancos
se pierden buscando el norte.

Hacia las praderas verdes,
hacia los poblados montes,
allí donde el tiempo me borre
y conozcas otros nombres.

Vete ahora, mátame.
Piérdete mar adentro.
No me mires a los ojos,
no compartas mi tormento.

Parte ahora con el viento.
Parte, el mar está quieto.
Que yo no te seguiré,
aunque me muera por dentro.

16 de junio de 2008

De la mejor poeta

No quiero acostumbrarme a escribir cosas de otros, si precisamente hice este blogs es para que la gente pueda leer lo que yo escribo, pero no puedo permitirme poner poemas de Kavafis y dejar de poner alguno de mi escritora favorita.
Si no la conoceis, peor para vosotros.




Hui de mi mundo
en busca de algo mejor.
Me marché pensando
que me alejaría
de los problemas
que oprimen mi alma.
Creyendo que escaparía
de las preocupaciones
que aturden mi espíritu.

Pero no ha servido de nada,
pues he visto señales de tráfico
en el desierto
porque las ganas de vivir
no sirven de nada,
porque día y noche
estás en mi pensamiento.

Día y noche recuerdo tu risa,
tus ojos, tus manos,
porque he visto señales de tráfico
en el desierto.

Día y noche
recuerdo tu forma de sonreírme,
tu forma de mirarme,
tu forma de tocarme.

Porque he visto señales de tráfico
en el desierto,
el amor que siento por ti
es más grande que el miedo
que tengo de amarte.
Porque, aunque intente amar a otros hombres,
ninguno me parece hombre, salvo tú.

Por eso he visto señales de tráfico
en el desierto,
un vano espejismo, una mera ilusión,
algo que no es real,
como, por ejemplo,
ver señales de tráfico en el desierto.

Abigail Lara Andrade.


15 de junio de 2008

Ítaca

Hoy quiero escribir un poema de Costantino Kavafis, dedicado al viaje de Ulises hacia Ítaca, después de idear la destrucción de Troya.


Si vas a emprender el viaje hacia Ítaca,
pide que tu camino sea largo,
rico en experiencias, en conocimiento.
A Lestrigones y a Cíclopes,
o al airado Poseidón nunca temas,
no hallarás tales seres en tu ruta
si alto es tu pensamiento y limpia
la emoción de tu espíritu y tu cuerpo.
A Lestrigones ni a Cíclopes,
ni al fiero Poseidón hallarás nunca,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no es tu alma quien ante ti los pone.
Pide que tu camino sea largo.
Que numerosas sean las mañanas de verano
en que con placer, felizmente
arribes a bahías nunca vistas;
detente en los emporios de Fenicia
y adquiere hermosas mercancías,
madreperla y coral, y ámbar, y ébano,
perfumes deliciosos y diversos,
cuando puedas invierte en voluptuosos y delicados perfumes;
visita muchas ciudades de Egipto
y con avidez aprende de sus sabios.
Ten siempre a Ítaca en la memoria.Llegar allí es tu meta.Mas no apresures el viaje.
Mejor que se extienda largos años;
y en tu vejez arribes a la isla
con cuanto hayas ganado en el camino,
sin esperar que Ítaca te enriquezca.
Ítaca te regaló un hermoso viaje.
Sin ella el camino no hubieras emprendido.
Mas ninguna otra cosa puede darte.
Aunque pobre la encuentres, no te engañará Ítaca.
Rico en saber y en vida, como has vuelto,
comprendés ya que significan las Ítacas.


Si alguna vez llegas a leer esto, sepas que la primera vez que leí este poema pensé en tí: tu eres Ítaca, y al igual que para aquél heroe griego, tu eres mi meta, y quizá no llegue nunca hacia esa meta, pero ahora comprendo que eso no es lo más importante. Lo importante es lo que he aprendido intentando llegar hasta tí, al igual que lo que ganó en el camino el guerrero del poema.
Pero no lo comprendí hasta leerlo muchas veces, y hasta recordar entonces, cómo me llamaste aquél día: Ulises.