23 de agosto de 2008

La lluvia

La otra tarde llovía mucho. Le gustaba la lluvia, siempre le había gustado. Pero nunca pensó que se pudiera hablar tan bien de aquellas pequeñas gotas de agua. Nunca hasta que leyó sus versos.
También hablaba de la lluvia. A ella también le encantaba; él pensaba que ambos eran raros, pero en su rareza eran iguales. Casi iguales.
Pero después de aquel día, cuando leyó lo que ella escribía sobre las inocentes gotas de agua celestial, nunca volvió a sentarse a su lado. Después de aquel día, en que llegó a soñar despierto que su discurso era sólo para él, ya no volvió a verla cada mañana. Después de aquella triste despedida en que reprimió sus lágrima, nada volvería a ser igual.
Pero la otra tarde llovía mucho, y como cada vez que ve llover, se acordó de ella.

No hay comentarios: