9 de diciembre de 2008

Enderezando el rumbo


Necesito una brújula nueva. Es la conclusión a la que me ha llevado el último de mis desvaríos, la última noche sin dormir por culpa de esta vida de horas perdidas entre los rumores de mi propia consciencia. Mi antigua brújula, la que yo creía que me guiaba, hace tiempo que no señala al norte, gira por capricho y vira repentinamente sin un rumbo claro, pero ya no quiero volver a mirarla. Necesito una brújula nueva, y si no la encuentro, me la habré de fabricar. No voy a seguir a la deriva, divagando por este mar inquieto hacia donde la marea me quiera llevar. No soy la sombra del marinero que un día fui, pero hoy quiero cambiar. Quiero volver a la mar, no importa la tempestad, mi camino es unidireccional. Atar mi nueva brújula al timón de los deseos y agotar hasta el último aliento en quitar el polvo a estas velas que me han de llevar. Izar la bandera para que todos sepan que he vuelto al mar, que este capitán volverá a navegar.



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