No me asusta regresar, aunque
al amigo Sabina, le oí decir
que no debiera tratar de volver
a aquel lugar que me hizo feliz.
Pero todas mis lágrimas, de hoy,
tienen el mismo significado.
Todas quieren evocar a la ciudad
a la que estoy atado.
Desde mi felicidad, ya solo lloro
para recordar la lluvia,
y volver a la ciudad
del pájaro de oro.
Mañana volveremos.
Juntos, otra vez, y para siempre.
Liverpool, Inglaterra,
ella, yo y el sol poniente.
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