10 de enero de 2010

Liverpool




Llovía en nuestra ciudad del norte,
los cristales de mi ventana se empañaban
cuando yo dejaba huérfana mi habitación,
y emigraba a la tuya con mi almohada.

Se inundaban las calles grises afuera
mientras tú preferías apagar la luz,
y a oscuras yo te sentía más cerca
y tú eras yo, y yo, a veces, era tú.

En la calle no cesaba de repiquetear,
al ritmo constante y tranquilo de la lluvia inglesa,
ése que hace que te duermas en paz,

en una noche de verano fría.
Ése que me hacía cerrar los ojos y soñar
que mañana seguirías siendo mía.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo tengo recuerdos de un Liverpool en el que nunca he estado

(Nothing is gonna change our world: para ser un postulado estoico, es capaz de dejarte sin aliento)