17 de mayo de 2010

Vale la pena


El sacrificio sólo está justificado cuando lo mueve un sentimiento tan fuerte como el hecho mismo de estar vivo. En otras circunstancias, vale la pena abandonar.

Vale la pena huir, cuando tus piernas son más seguras que la moral de quien tiene un fusil.

Vale la pena dormir, cuando lo único que te espera es un trabajo que no te gusta, un sueldo que no mereces y una vida que no has elegido.

Vale la pena romper a llorar, cuando la sinceridad cuenta más que el valor o la hombría. O cuando ser valiente es precisamente ser capaz de llorar sinceramente.

Vale la pena suspender, cuando el premio que se alcanza te hace más infeliz que lo que poseías antes de emprender el camino.

Vale la pena elegir, cuando no te vez capaz de abarcar todos tus sueños.

Vale la pena morir, cuando la única opción posible, es la supervivencia.

Y sobre todo, vale la pena convencerse de que sobrevivir no es suficiente. Vale la pena VIVIR.


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