6 de julio de 2009

Metas




¿Cómo cambias el sentido de una vida? ¿Cómo haces que el atleta siga corriendo, pero cambiando de meta?

Cuando todo lo que eres, todo en lo que te has convertido, tiene un principio que conoces, y que es también el objetivo a conseguir, todo se convierte en un circuito cerrado del que quizá sea imposible salir. La meta, esa que una vez tuviste cerca, y que puedes ver a lo lejos, cada vez más lejos… Se antoja imposible, todos te lo han dicho. Tú mismo te lo has dicho, y tras comprenderlo, decidiste buscar otras metas, cambiar de rumbo, buscar otro objetivo. Y has tenido otros sueños, pero siempre se han roto, siempre hubo quien te abrió los ojos, te cortó las alas y bajó tus pies al suelo, para hacerte saber que otro sueño estaba roto. Y sólo entonces comprendiste que no era el que buscabas.

Te empeñaste, como siempre, en comparar, en buscar algo que se pareciera a tu preciada meta, esa que aún sigues viendo al final del circuito que recorres, a lo lejos. Te aferraste al recuerdo indeleble de su ausencia para buscarle parecidos y al final, cuando cada sueño se iba rompiendo, te dabas cuenta de lo distinto que era, pues tu meta jamás se hubiera roto.

Cuando saltas los obstáculos, cuando pasas una curva, cuando alzas la cabeza al frente, siempre está ahí: la meta, con sus tres letras, donde siempre estuvo. A lo lejos. Cada vez más lejos.

No hay comentarios: