20 de octubre de 2009

Otoño




Y de repente, una mañana decides quedarte a dormir. Sin un motivo más aparente que el del sueño retrasado, la frustración del tiempo perdido te lleva a levantarte entre prisas y calcetines del revés. Pero hoy es diferente. Porque abres la ventana y sientes los cambios repentinos. Porque sales a la calle y hueles el futuro más inmediato, bajo un tul de nubes grises que presagian que por fin, y aunque tarde, ha llegado el otoño.

Poco tardan en llegar, apenas a la tarde, las primeras lluvias, y esos primeros efluvios suaves de la tierra mojada, que el agitado viento de repente se anima a repartir a los incrédulos.
Hoy Vivaldi ha hecho caer las hojas con su leve giro de batuta, ha matado con su allegro el bochornoso no acabar del verano, dando paso al fin a las tardes de sofá, al ocaso tempranero, a los coloridos paraguas y a las imágenes grises a través de las ventanas cerradas.

Llueve, por fin llueve, y las primerizas gotas traen consigo los recuerdos del pasado y los del norte, y todos son bienvenidos, en este otoño tardío, como inolvidables fotografías del álbum de la melancolía. Ese álbum familiar que es rescatado bajo el rítmico repiqueteo de las gotas al caer, ése que se comparte en el acogedor sofá mientras la lluvia nos ofrece todos los olores que es capaz de arrancar. Olores que ahora, tan vívidos, nos recuerdan que no está tan lejos el otoño anterior.

3 comentarios:

Alisea dijo...

será por aquello de que somos 70% agua...

Una pava bela dijo...

Me encantó la manera de retratar al otoño, viejo conocido y sin embargo, diferente cada vez...

conbotasrosasye_yé dijo...

Otoño impuntual...yo tambien lo necesitaba, quizás debimos pulsar el play con vivaldi antes