15 de junio de 2008

Ítaca

Hoy quiero escribir un poema de Costantino Kavafis, dedicado al viaje de Ulises hacia Ítaca, después de idear la destrucción de Troya.


Si vas a emprender el viaje hacia Ítaca,
pide que tu camino sea largo,
rico en experiencias, en conocimiento.
A Lestrigones y a Cíclopes,
o al airado Poseidón nunca temas,
no hallarás tales seres en tu ruta
si alto es tu pensamiento y limpia
la emoción de tu espíritu y tu cuerpo.
A Lestrigones ni a Cíclopes,
ni al fiero Poseidón hallarás nunca,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no es tu alma quien ante ti los pone.
Pide que tu camino sea largo.
Que numerosas sean las mañanas de verano
en que con placer, felizmente
arribes a bahías nunca vistas;
detente en los emporios de Fenicia
y adquiere hermosas mercancías,
madreperla y coral, y ámbar, y ébano,
perfumes deliciosos y diversos,
cuando puedas invierte en voluptuosos y delicados perfumes;
visita muchas ciudades de Egipto
y con avidez aprende de sus sabios.
Ten siempre a Ítaca en la memoria.Llegar allí es tu meta.Mas no apresures el viaje.
Mejor que se extienda largos años;
y en tu vejez arribes a la isla
con cuanto hayas ganado en el camino,
sin esperar que Ítaca te enriquezca.
Ítaca te regaló un hermoso viaje.
Sin ella el camino no hubieras emprendido.
Mas ninguna otra cosa puede darte.
Aunque pobre la encuentres, no te engañará Ítaca.
Rico en saber y en vida, como has vuelto,
comprendés ya que significan las Ítacas.


Si alguna vez llegas a leer esto, sepas que la primera vez que leí este poema pensé en tí: tu eres Ítaca, y al igual que para aquél heroe griego, tu eres mi meta, y quizá no llegue nunca hacia esa meta, pero ahora comprendo que eso no es lo más importante. Lo importante es lo que he aprendido intentando llegar hasta tí, al igual que lo que ganó en el camino el guerrero del poema.
Pero no lo comprendí hasta leerlo muchas veces, y hasta recordar entonces, cómo me llamaste aquél día: Ulises.





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