19 de febrero de 2009

Soledad, déjala ir



Soledad, amplio consuelo.
Subsuelo de la ambigüedad, 
buena compañía, esposa leal
sin recelo.
Soledad, amiga invisible,
tanto como mi amor de siempre
que aunque no me ve, me siente,
intangible...

Me elegiste y no me quieres,
eres novia de la muerte,
tu alma está llena de sierpes
que me hieren.
Vete ya, que se hace tarde.
¿Quieres ya cederle el sillón
al espejismo de mi sinrazón,
por el que arde?

¿No soy tan hombre para ti,
que acaso a ella también quieres?
Pues busca, soledad, hazme caso
a otras mujeres;
Que si esta no es para mí,
te vas a conformar conmigo.
Ven, seré tu amigo, y a ella...
déjala ir.

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